El doble shock, sanitario y económico, generado por la pandemia COVID-19 provocó, sin duda alguna, la mayor disrupción en la historia del sector educativo en la región de América Latina y el Caribe, llevando al cierre masivo de escuelas en todos los niveles educativos y afectando a más de 170 millones de estudiantes en toda la región. A pesar de los enormes esfuerzos realizados por los países para tratar de mitigar la falta de educación presencial a través de sistemas de educación a distancia, el impacto sobre la educación está siendo demasiado alto y los aprendizajes se están desplomando en la región. La “pobreza de aprendizaje” al final de la educación primaria podría aumentar en más del 20 por ciento. Más de 2 de cada 3 estudiantes de educación secundaria podrían caer por debajo de los niveles mínimos de rendimiento esperados, y las pérdidas de aprendizaje serán sustancialmente mayores para los estudiantes más desfavorecidos. Realmente no hay tiempo que perder. Todos los países deberían actuar ya mismo para asegurarse que las escuelas estén listas para reabrir de manera segura y eficaz en todo el país a fin de acelerar el proceso de recuperación de los dramáticos efectos de la pandemia. Hay muchas lecciones y evidencias de experiencias positivas que van emergiendo y que pueden ser aprovechadas por los países, los cuales también deben asegurarse de proteger el financiamiento público de la educación, para facilitar este proceso de reapertura. Aun cuando los sistemas educativos de toda la región enfrentan un desafío jamás experimentado, esta situación excepcionalmente difícil también abre una ventana de oportunidad para poder ayudar a reconstruir los sistemas educativos para lograr que sean más efectivos, más equitativos y más resilientes.”
Año
2021
Páginas
90
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